lunes, 8 de febrero de 2016

¿Por qué escribí "El dios de barro"?




Cuando escribí este cuento estaba enojado.

Enojado con la estupidez de las personas que se inventan un dios y lo ponen como si fuera superior a las personas y discriminan, persiguen y atormentan a los demás sólo porque no están dispuestas a creer en su dios.

Ahora, en el cuento queda claro que el dios de barro tiene el valor de una linda escultura que se derrite con la lluvia, así como los castillos de arena que hacemos cuando vamos a la playa. Pero es más difícil darse cuenta cuando se trata de nuestras propias creencias. No estoy tratando de menospreciar ninguna religión, pero en algún punto todas ponen sus prácticas y rituales por encima de las personas.



Y las personas que son más fieles terminan siendo las que oprimen y persiguen. En el Nuevo Testamento Cristo denuncia a los fariseos hipócritas por hace esto mismo, y este patrón se repite una y otra vez en todas las religiones en todos los países y en todas las épocas.

Yo quisiera que nuestra religión sea el amor. Sé que sueno muy hippie, pero nunca nadie me ha acusado de ser original. Amar a las personas, sin fijarnos si son negras o blancas, con tatuajes, gordas, flacas o cualquier otra característica, y luego extendemos la mano para ser amigos y crear una red global de amor.

Sé que soy un soñador, pero sé que no soy el único.



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